La fotografía de arquitectura con otra mirada

 

La fotografía de arquitectura es una de las puertas de entrada a los nuevos encargos de los arquitectos, y compartir con ellos el mismo lenguaje nos ayuda a alcanzar el objetivo de representar valores arquitectónicos a través de la imagen. El círculo se realimenta porque el conocimiento arquitectónico del fotógrafo actúa al servicio de la arquitectura, que lo reclama cíclicamente para documentar las novedades o el patrimonio antiguo. A través del diálogo, el descubrimiento y la contraposición, arquitecto y fotógrafo trabajan conjuntamente para ofrecer una visión del edificio, una mezcla entre las ideas primigenias del proyecto y la mirada fresca del recién llegado.

 

La fotografía de arquitectura con otra mirada.

Autor: Marc Torra.

 

Hemos hablado con tres arquitectos que la utilizan habitualmente la fotografía de arquitectura en sus proyectos. Son Arnau Vergés, de Arnau Estudio Arquitectura, Joel Padrosa, de Atelier Company Padrosa y los arquitectos Carolina Ramos y Joan Oliveras, de OMESR.

 

Se puede leer la arquitectura desde muchos puntos de vista: la funcionalidad, la belleza, la durabilidad, el envejecimiento, la sostenibilidad y el contexto social o histórico, y cada proyecto destaca en alguno de ellos. Con todo este abanico de lecturas por delante, y siendo conscientes de que la fotografía de arquitectura sólo es una prueba de valor relativo en el resultado del juicio, el arquitecto y el fotógrafo unen esfuerzos para documentar el proyecto en las mejores condiciones posibles.

 

En este sentido, Arnau no lo duda: «la clave es buscar el mejor momento arquitectónico del edificio, aunque éste pueda ser irreal o poco representativo. Creo que hay que poner la arquitectura por delante de la fotografía», dice.  Joel también coincide: «la fotografía de arquitectura sólo muestra una de las caras que tiene la obra, la más cuidada, porque la preparas para capturar esa mirada estudiada y concreta. No es la realidad de la obra, pero las otras caras se pueden intuir».

 

Los arquitectos de OMESR van en la misma línea y matizan: «las imágenes de momentos concretos de la vida de un edificio pueden ser muy interesantes, pero más desde el punto de vista de los arquitectos». Es decir, dirigidas al consumo interno del sector o al público general con un interés más profundo en la arquitectura. En este mismo sentido, y no tanto por el hecho constructivo o técnico, sino por el valor estrictamente fotográfico de una imagen atractiva, Arnau avisa sobre esta contradicción: «podemos obtener una gran fotografía, a pesar de que muestre los valores propios del edificio».

 

Sin embargo, Joel también reivindica esta mirada, la que permite ver el paso del tiempo, el envejecimiento del edificio, la vida que soporta la obra día a día: «estas imágenes son las que realmente me cautivan», comenta.

 

En cuanto a la ejecución de imágenes, aparecen dos motivos fundamentos y que se repiten para solicitar una mirada externa. Por un lado, el técnico: «no tenemos el material necesario ni la experiencia para captar momentos de luz determinados», afirman los miembros de OMESR, «queremos un trabajo de calidad profesional que saque el máximo partido de la obra». Por otro, el subjetivo: «cuando se tienen que hacer las fotos, venimos de un proceso muy largo de construcción del que, muchas veces, queremos tomar distancia durante un tiempo», dice Joel. El arquitecto deja en manos del fotógrafo un edificio que hay que interpretar con imágenes y un doble objetivo: que las fotografías conecten con el arquitecto y que, al mismo tiempo, el espectador externo se sienta cautivado. Cautivado en el máximo de lecturas posibles que tiene la arquitectura: la funcionalidad, la belleza, la durabilidad, el envejecimiento, etc.

 

La mirada abierta y neutra, la capacidad de elegir con criterio dónde poner el acento en el recorrido visual, la preparación técnica, la habilidad para pre- visualizar el impacto de la luz sobre la forma, las texturas y los colores, y el aprecio por la arquitectura son ingredientes de un servicio que permite que Arnau pueda concluir que «la fotografía de arquitectura ha sido la mejor herramienta para explicar y publicar mis proyectos».

 

M. Torra